Miguel Portoles
Hermano Electo Extraordinario
Marzo 2020

Según contaban los viejos Electos de la Cofradía del Santísimo, la casa solariega nº 11 de la plaza de España (durante muchos años conocida también por ser sede del Banco Central Hispano) perteneció a un alto gobernante en la dominación musulmana. También vivieron vecinos en la misma plaza, en lo que ahora es la nave grande  de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Esperanza, otros mandatarios árabes, ya que en el contorno del castillo árabe vivieron los árabes más ilustrados.

Y así se llegó más o menos al año 1610, fecha en la que fueron expulsados de Calanda y abandonadas todas sus posesiones.  Como nos dice la historia, en aquel tiempo el poder cívico, religioso y militar paso a ostentarlo la Orden de Calatrava con sus comendadores.  Pues bien… en aquel siglo XVII, esta casa la ocupo un alto cargo calatravo (época de los Ram de Viu, Ran de Montoro, los Cotet y los antepasados del Barón de Castiel, etc).

Un miembro de esta Orden casado y sin descendientes y muy piadoso, hizo donación de la casa de la lonja a la Cofradía del Santísimo que ya estaba fundada desde 1584 con su lema de siempre… la caridad.  Según decían los ancianos cofrades (que a su vez lo habían oído de las generaciones anteriores) en el testamento decían lo siguiente:  “los rentos de la lonja y vivienda serían para socorrer a los necesitados de la Villa”. Como en la lonja se hacía mercadillo y los mercados eran municipales, el Ayuntamiento tenía que pagar un alquiler a la Cofradía del Santísimo, así como los inquilinos de la vivienda,  y todo lo recaudado sería para la caridad en comunión con la antigua cofradía de San Vicente de Paul.

al siglo XVIII, el rey Carlos III acomete unas grandes obras hidráulicas para regar parte del monte de Calanda, delegando el cometido en su hijo el Príncipe D. Antonio Pascual de Borbón con la dirección del arquitecto del reino D. J. de Villanueva.  Todo estaba muy adelantado cuando en el año 1792 una gran riada del rio Bergantes se llevó el pantano de  D. J: de Villanueva y aquel proyecto quedo paralizado (hoy existen los restos en los “arcos de Lacarra”, “acequia del rey”, cimientos del puente de “alla al rio”).  Si la obra se hubiera terminado se hubiera regado desde el Conejar hasta el Más del Ramón, lo mismo que en el siglo XX se regó con aguas del ríos Guadalopillo.  Esta riada (como hoy en día en varias regios de España) fue para Calanda una desgracia.

El Ayuntamiento, como responsable de parte de la obra, tuvo que responder con el patrimonio municipal para pagar las muchas deudas que quedaron pendientes.  Entonces la Cofradía del Santísimo, siempre solidaria con las desgracias de la villa, contribuyó con la venta de la casa de la lonja y fue cuando el mercadillo se trasladó a los “porches”.  Todos estos contratiempos sucedieron a finales del siglo XVIII y hasta finales de siglo XIX, que fue cuando compró la casa la familia Portolés, no encontré documentos ni memorias que demostraran de quién fue la casa en ese periodo de tiempo.

Estas relatos que transmito son parte extraídos de los libros y parte de las largas conversaciones que desde niño tuve con antiguos Electos de la cofradía, que contaban con tal énfasis la viejas  historias que para mí eran tan auténticos o más que lo dicho por historiadores, pues ellos siempre me decían que lo apuntara en una libreta para que no se perdiera.