Agustín Gabarrús Gayán
Hermano Electo
Abril 2023
Nuevamente nuestro hermano Agustín Gabarrús redacto y dio lectura a la oración con la que se recibió nuestro Santo Sepulcro en la parroquia al terminar el traslado del Miércoles Santo.
¡Ya estás en tu casa, Señor, al lado de tu madre! Has pasado por delante de nuestros portales y seguro que has visto en ellos nuestros deseos, nuestras penas, nuestras alegrías, nuestras enfermedades…, y seguimos escondidos tras una esquina viéndote pasar, como lo hacemos a lo largo de nuestra vida.
Y mis manos se hacen pequeñas para tomar el varal, esas barras de madera que se apoyan en mi hombro, con la satisfacción de tenerte tan cerca y poder recordar en silencio tantos momentos, tantos detalles,…
Mis manos se hacen pequeñas para, con un apretón en las suyas, demostrar el amor que proceso a mis esposa, a mi esposo.
Mis manos se hacen pequeñas cuando por primera vez toco la piel de mi hijo recién nacido.
Mis manos se hacen pequeñas cuando acaricio la mejilla de mi madre, ¡y lo hago tan pocas veces!
Mis manos se hacen pequeñas cuando seco la frente húmeda por la fiebre, o aprieto la mano del ser querido enfermo.
Mis manos se hacen pequeñas cuando veo a mis padres envejecer y ver los surcos en su piel.
Mis manos se hacen pequeñas para coger el pañuelo y secar las lágrimas cuando mi nieto sonríe y me da un beso.
Mis manos se hacen pequeñas cuando ayudo a un anciano con su bastón a que se apoye en mi brazo.
Mis manos se hacen pequeñas cuando entrego un trozo de pan al que no tiene hogar, al necesitado, al olvidado, al invisible.
Mis manos se hacen pequeñas cuando cierro lo ojos por última vez a mis padres, cuando emprenden su último viaje.
Mis manos se hacen pequeñas y las coloco en mi corazón cuando veo el saludo de Longinos a su madre.
Mis manos se hacen pequeñas cuando veo a mi amigo, a ese que tanto quiero y que hace tanto tiempo que no estoy con él, y no paro de golpear su espalda tras el abrazo.
Mis manos se hacen pequeñas y tapan las lágrimas de mis ojos cuando tomo una foto de mi hijo, de mis padres, de ese amigo, ya fallecidos.
Mis manos se hacen pequeñas para agradecer a mis antepasados en la Cofradía el que me hayan transmitido hasta nuestros días el sentimiento de seguir a Jesús.
Mis manos se hacen pequeñas para engrandecer a mi pueblo, porque la tradición de coger los palillos y redoblar con todas nuestras fuerzas es nuestra manera de rezar.
Señor, cuando estés en tu rincón, saldré de mi esquina y me acercaré, y me colocaré al lado de tu armazón, y reviviré mis recuerdos, y cuando te tenga tan cerca, me gustaría tapar la herida de tu costado, de entregarte la paz, el amor, la fraternidad de todos, la unión, la alegría de la juventud, la salud, la sabiduría de mis mayores, pero…
¡Mis manos se hacen tan pequeñas!